lunes, 3 de julio de 2023

Día #16: Amman

El primer punto de interés que hemos visitado es la Ciudadela de Ammán, uno de los lugares más famosos de la capital jordana por sus restos arqueológicos y por las geniales vistas de la ciudad que se obtienen desde allí. 










A lo lejos se eleva una gigantesca bandera de Jordania, que al parecer es la que está colocada a más distancia del suelo en todo el mundo (es el sexto más alto del mundo con una altura de 126,8 m.).

Nada mas entrar, vemos el Templo de Hércules, el lugar más fotografiado y el más importante que ver, aunque apenas quedan los restos de seis columnas corintias…


…y fragmentos de una enorme estatua dedicada a Hércules de la que tan solo se conserva una mano y un codo…


Luego hay muchos restos de una iglesia bizantina, de la vía columnata, del foro, las termas…


En el centro de la Ciudadela destaca un complejo de edificios reales y residenciales que nada tienen nada que ver con los romanos, ya que fueron levantados por el Califato Omeya en el s.VII sobre los antiguos yacimientos griegos y romanos (es uno de los 4 califatos islámicos que se formaron después de la muerte de Mahoma. Su capital en Oriente estuvo en Siria. Pero después pasó a estar en Cádiz).



El edificio que mejor se conserva es el Palacio Omeya, y más concretamente la “Sala de Audiencias”. La estructura tiene forma de cruz, reflejando la iglesia bizantina sobre la que se construyó. Ha sido reconstruido con la ayuda de la Agencia Española de Cooperación y bajo la dirección de un equipo de técnicos españoles.




Para finalizar hemos visto el Museo Arqueológico, con numerosas obras encontradas en la zona de la Ciudadela y otros lugares de Jordania.




Destacan las estatuas de Alin Ghazal (la comunidad neolítica más grande de Oriente Medio, con más de 9.000 años de antigüedad). Estas figuras son las estatuas antropomórficas más antiguas hechas por el ser humano. Nos han sorprendido mucho.



Descendemos por unas escaleras bastante empinadas, y nos dirigimos al que para muchos es el mejor lugar que ver en Aman por su gran estado de conservación, el Teatro Romano. Con capacidad para 6.000 personas, una de las cosas que más sorprende es su emplazamiento, en pleno corazón de la ciudad.






En la base del teatro, a cada lado, hemos hecho una visita rápida a dos museos: el Museo del Folclore (con una pequeña muestra del patrimonio cultural de Jordania); y el Museo de tradiciones populares (con representaciones de las distintas culturas que conviven en Jordania). Interesante, sin más.





Junto al Teatro Romano, conectado a este a través de tres puertas, se encuentra el Odeon, un teatro mucho más pequeño con capacidad para 500 personas, y que se utilizaba para obras de canto y poesía. 

La última visita monumental ha sido el Ninfeo, una impresionante fuente pública romana de la que ya solo se puede intuir su grandeza. La verdad es que el estado de conservación no es el óptimo.

Una cosa que sorprende son los grafitis que se ven por la ciudad. En Amán se celebra desde hace unos años un festival que comenzó como un movimiento local para acercar el arte a la gente más humilde y se ha convertido en todo un evento anual de referencia mundial, en el que tanto artistas jordanos, como extranjeros usan los muros para reivindicar asuntos tan importantes como los derechos humanos y muy especialmente los derechos de las mujeres. 









Tras una más que reparadora siesta, huyendo un poco del calor de las horas centrales del día…

…hemos recorrido los diferentes zocos de la ciudad, que se entremezclan unos con otros. Algunos son callejones, otros las tiendas junto a la carretera sin más. Ambiente muy muy local, de gente comprando fruta, carne, pescado, juguetes, bisutería, sishas… 








En Habibah nos hemos puesto a la cola para probar la especialidad local, el knafeh, se trata de un pastel hecho con una base de queso, una capa superior de cabello de ángel y pistacho espolvoreado. Todo ello bien bañado en almibar y horneado. Bueniiiiiiisimo!!!





Y lo hemos acompañado con un zumo de caña de azúcar…


Después hemos subido escaleras (una obligación en esta ciudad) para acercarnos al barrio de Jabal Al-Weibdeh, una zona bohemia que se encuentra en uno de los barrios más antiguos de Aman y que parece está en proceso de redefinirse a sí misma (grafitis, cafeterías con encanto, tiendas con productos de artistas locales…). 



Vuelta al downtown y parada para cenar en Jafra Café, un lugar que combina tradición y elegancia. Los cafés jordanos siempre han gozado de una gran popularidad y en ellos se juntan para tomar café o té, y, sobre todo para fumar shisha.








Hemos pedido un fatteh de humus con carne y una especie de pizza con queso. Y las tradicionales limonadas con menta de las que nos hemos hecho adictos en este viaje y que tanto vamos a echar de menos. No hemos podido acabarnos la cena. 

Y con las mismas, de vuelta al alojamiento que mañana toca ginkana.




Seguiremos informando. 

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