viernes, 30 de junio de 2023

Día #12: Petra

A las 5 de la mañana ha sonado el despertador y a las 6 ya estábamos en la entrada principal canjeando nuestras Jordan Pass.

¿Y por qué madrugar tanto? Pues para recorrer el Siq casi en silencio, acompañados por muy poca gente a esas horas, y disfrutar del Tesoro antes de que lleguen las hordas de turistas. Incluso antes de que los beduinos monten sus tiendas y lleguen con los camellos y los burros.

El primer día lo hemos dedicado a visitar lo que consideramos como imprescindible. En total han sido algo más de 21 kilómetros.

Hemos accedido por el impresionante SIQ. De este lugar se dice tenía la función de impresionar al visitante algo que estamos seguros conseguía. Es algo más de 1 km lleno de expectativas, donde en cada curva esperas que aparezca el Tesoro, pero que a su vez te deja sin palabras por su belleza. Las paredes verticales rosáceas y anaranjadas llegan a medir 200 metros de alto en algunos puntos y su anchura va variando, llegándose a estrechar hasta los escasos 2 metros. Aunque no lo parezca no es un cañón formado por la erosión del agua, sino que se formó por las fuerzas tectónicas que rompieron la piedra en dos dando lugar a la grieta. Este camino era la única puerta de entrada a la ciudad Nabatea, por lo que todas las caravanas de comerciantes debían atravesarlo.


El recorrido por esta parte del Siq es mágico, el escenario combinado por el silencio, solo roto por nuestros pasos, hacen que te quedes maravillado. Está claro que esta ruta era la introducción perfecta para que los viajeros que llegasen a Petra se quedasen asombrados.

Y asombrados (y embobados) nos hemos quedado nosotros cuando de repente se nos ha aparecido el Tesoro. 


Debe su nombre a una leyenda que cuenta que un faraón egipcio escondió su tesoro en una urna de la fachada. El Tesoro es en realidad una tumba de un rey nabateo y gracias a que está tallada hacia dentro de la propia piedra, esta hace de protección y ha permitido que su nivel de conservación sea mayor que el de otras tumbas de la ciudad que hemos visitado posteriormente, pudiendo observar detalles como los frontones superiores, los capiteles, los frisos y las figuras corintias. 

Desde el Tesoro nos hemos dirigido hacia el centro de Petra por el estrecho Siq Exterior

En cuanto el desfiladero se ensancha, aparecen altas fachadas de tumbas talladas en la roca como una fila de elegantes mansiones, que dieron a llamar esta sección la Calle de las Fachadas. Es aquí donde se ve la grandeza que tuvo Petra, mires por donde mires ves restos arqueológicos de lo que fue esta gran ciudad hace más de 2.000 años.

Nos han hecho mucha gracia las escaleritas que aparecen en la parte superior de algunas de estas tumbas y que parece que te llevan al cielo. 

A causa de los colores de la roca que forma las montañas, en los edificios tallados vemos combinaciones de rojos, azules, amarillos, etc. que nos dejan con la boca abierta. 

Algunas de estas tumbas son accesibles, aunque en su interior no haya nada, solo un fuerte olor a animales ya que es el lugar donde los beduinos guardan los burros, camellos y las cabras. 

Continuando por la la Calle de las Fachadas se llega al gran Teatro de Petra, lo que nos ha dado una prueba contundente de que Petra era también una verdadera "ciudad de los vivos". Se trata del único teatro del mundo tallado directamente en la roca de la montaña hace más de 2.000 millones de años. Los nabateos no utilizaban su teatro para eventos culturales, sino más bien para ceremonias religiosas. Con la llegada de los romanos se amplió su capacidad lo que provocó que se seccionasen varias tumbas y muestra de ellos son las cuevas existentes sobre las gradas.

Seguimos descubriendo nuevas zonas. Hemos llegado hasta dónde se encuentran las Tumbas Reales, un conjunto de cuatro imponentes tumbas contiguas. Debido a su posición elevada dominando el valle, se cree que pertenecieron a altos dirigentes o miembros de la realeza nabatea. Nos hemos quedado fascinados por los colores de las rocas, pero también por el panorama del valle de Petra.


Tras visitar las Tumbas Reales hemos ascendido hasta el mirador superior del Tesoro, a través de un sendero de unos 3,5 kilómetros. El paseo es espectacular! En estos puntos el veteado multicolor que recorre la piedra desde las paredes hasta el suelo crea paisajes increíbles. 


Antes de llegar arriba, nos hemos tomado un respiro en un mirador previo con unas preciosas vistas, no solo del Teatro, sino de todo el el Siq Exterior, el valle y los macizos.

Y ya sí, hemos llegado al mirador más impresionante que hay sobre el Tesoro (y estaba planificado llegar a la hora en la que el sol iluminara el Tesoro). Dentro de una tienda beduina tienen preparado un sitio con una alfombra desde donde se tiene ‘la vista’. Hemos disfrutado durante casi 1 hora de un té a la menta con vistas, allí sentados, sin apenas gente. Una maravilla. 



Algo que nos ha llamado la atención de esta vista es la pérdida de perspectivas que se tiene desde la plaza del Tesoro. Cuando se mira la fachada desde allí parece como si ocupase casi toda la pared y apenas hubiese montaña sobre ella. Sin embargo, cuando se observa desde esta perspectiva te das cuenta de que el Tesoro sólo ocupa la mitad del cortante de la montaña. Curioso.

La bajada la hacemos por el mismo camino, mucho más rápida que la subida. Y eso que el sol ya empieza a pegar fuerte. Casi al final de la misma, un desvío nos lleva a otra tumba menos conocida, donde la sombra nos ha permitido descansar un rato y comer algo, con la única compañía de las cabras de algún rebaño.

De nuevo en la Calle de las Fachadas, seguimos el mismo sendero hasta ver el Ninfeo, la que fue en su día la fuente pública de Petra, junto a un pistachero que le da sombra. 

Justo en el punto donde se encuentra el Ninfeo, el camino se convierte en calzada, la vía Columnata, la que fue la arteria comercial más importante de la ciudad. 

Aquí hemos podido ver el Gran Templo, uno de los edificios más importantes de Petra y con toda seguridad la construcción más relevante de la época romana. Destaca por las enormes columnas originales que conserva de 15 metros y combinaba las tradiciones nativas nabateas con el espíritu más clásico. 

En mitad de la calle la Puerta de los Temenos, o lo que queda de ella. Tras cruzarla, el último edificio que visitamos es el templo conocido como Qasr el Bint, un santuario nabateo tardío. Este santuario principal es uno de los pocos que no están esculpidos en la propia roca, sino construido en bloques.

Después, y como el calor apretaba de lo lindo, nos hemos tomado otro té en uno de los restaurantes cercanos a la subida al Monasterio, haciendo algo de tiempo a que la solana amainara ya que subir sus 800 escalones es agotador. Además, la tarde es el mejor momento para admirar su fachada completamente iluminada por el sol, acentuando su color.

Esta subida es la más exigente de todas las de Petra. Las vistas son impresionantes y merecía la pena ir con calma para apreciar el valle según nos íbamos elevando. La montaña está jalonada por numerosas tumbas visibles desde el sendero.

Al final el esfuerzo tiene su recompensa. Tras pasar por un pasillo de unos 2 metros se abre una plaza y a nuestra espalda aparece otra de las joyas de Petra, el Monasterio. Posiblemente, al ser más inaccesible que el Tesoro, el Monasterio no es tan conocido ni está tan masificado. Sus dimensiones son mayores que las del Tesoro, pero su ubicación no es tan espectacular. 

Casi al final de la bajada, un desvío corto a la derecha nos conduce hasta el Triclinio del Leon, situado en un pequeño barranco. La puerta tiene una curiosa forma de cerradura y dos leones que le dan nombre. 

Y con esto hemos dado por terminada la jornada. Tan solo nos quedaba desandar el camino hasta el Tesoro, el Siq y todo el recorrido hasta la entrada. Se no has hecho duro. 

Una vez en el hotel, completamente descojonados, nos hemos subido a la terraza para, hoy si, darnos un baño reparador en la piscina. 

El sol se ponía sobre las montañas de Petra…

…y hemos bajado a cenar al mismo sitio de ayer, ya que nos pareció que cocinaban muy bien. Y damos fe, tras lo que hemos probado hoy: shawarma con queso, tahini y arroz; y Araies: pan de pita relleno de carne picada a la parrilla.

La calle hoy estaba casi desierta, apenas ruido y jaleo como ayer. Y ya sabemos por qué. Resulta que hoy se celebra la fiesta grande de los musulmanes, la Fiesta del Sacrificio o Eid al Adha, que simboliza la devoción y gratitud a dios recordando que Abraham accedió a matar a su propio hijo como muestra de su amor por él, que puso finalmente en su lugar a un animal.

Seguiremos informando.